miércoles, 13 de octubre de 2010

LOS AMOS DE SU DESTINO, CAPITANES DE SU ALMA



Han sido semanas vibrantes. Llenas de incertidumbre, noticias y titulares. Un grupo de treinta y tres mineros quedaron atrapados el siete de agosto de dos mil diez, en la chilena localidad de San José a más de setecientos metros de profundidad.
Se les dio por fallecidos aunque, gracias a la nota de José Ojeda que anunciaba su supervivencia, se generó gran expectación.
El Presidente de Chile tuvo entonces la determinación de rescatarlos. Ha trascendido que, algunos ministros, aconsejaron al presidente Sebastián Piñera que desistiera del intento: que podría dañar su imagen si no prosperaba, que era muy incierto que sobreviviesen a tales profundidades, que todo estaba perdido. En aquellos momentos surgió la audacia de la esperanza.
Hace ya cinco siglos que un español fue a ver a varios reyes anunciando el descubrimiento del Nuevo Mundo, meses después, el 12 de octubre de 1492, Colón descubría América.
Cuando en mil novecientos sesenta y uno, John F. Kennedy anunció “Creo que esta nación debería comprometerse, antes del fin de la década, a conseguir el objetivo de poner un hombre en la Luna y hacerlo regresar seguro a la tierra", se anunció una visión audaz e ilusionante. Miles de personas se pusieron a trabajar con aquella filosófica aparición del hombre en la luna, de la conquista del espacio. Ocho años más tarde, lo consiguieron.
La determinación, el coraje, la audacia y el empeño de la esperanza han hecho que todo un país haya trabajado para la liberación de los mineros. Es una hazaña para la historia. Nunca antes más de treinta hombres habían sobrevivido en situación parecida, en una cámara minúscula, casi dos meses a setecientos metros bajo tierra.
Miles de personas han trabajado día y noche, se han aunado esfuerzos, recogido ideas e iniciativas de Canadá, de los Estados Unidos, de la NASA, de médicos e ingenieros.
Los principios hicieron que Piñera renunciara al temor y abrazara la determinación de salvar a los treinta y tres. Hoy los ha abrazado uno a uno y ha prometido reformas laborales y técnicas a los mineros chilenos.
Ha rezado con ellos, ha gritado y abrazado a los familiares y ha hecho realidad la vida para los treinta y tres hombres y sus familias. Ha cumplido.
Esta historia es la prueba que cuando existen principios y valores morales, cuando se trabaja conjuntamente por un sueño sin descanso, cuando el objetivo es digno, no existen límites para el hombre.
Parece casualidad que el primer hombre fuera rescatado coincidiendo con la fecha en que se descubrió América, día de la Hispanidad. Ha querido la caprichosa naturaleza decir por la consecución de los hechos, que son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Que las dificultades lo son menos si son compartidos los esfuerzos, si juntos trabajamos por un proyecto ético y justo. Que como dijo G.B. Shaw del hombre “soy el amo de mi destino, el capitán de mi alma”.
Que Dios los bendiga.

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